Donde
nace la venganza
Dio un paso al frente y
salió de la sombra. La luz solar empezó a iluminar su bello cuerpo, pero de
repente ella comenzó a arder. Sabía que ocurriría y que era lo mejor para los
dos. Se nos había ido de las manos. Las llamas brotaron de su blanca piel y se
extendieron rápidamente por todo su cuerpo. Yo la miraba queriendo hacer algo,
pero sin poder hacer nada. Sus gritos de agonía aumentaban progresivamente.
Oírla sufrir me estaba matando. Sus rojizos ojos perdieron el color y sus
afilados colmillos desaparecieron junto con su cuerpo. En unos segundos de ella
solo quedaban cenizas. Detrás de mí todos celebraban la muerte de la criatura,
pero pronto les haría ver como un humano al que le habían arrebatado todo lo
que amaba podía ser peor que a lo que ellos llamaban monstruo.
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