El rincón de los lectores del IES Gabriel Miró

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jueves, 30 de marzo de 2017

Huellas del pasado

Ámbar, uno de los referentes originarios de electrón
La etimología es una caja de sorpresas mayúscula. Como ejemplo, la palabra que os ofrecemos hoy, electrón, término científico donde los haya, pero que tiene un origen algo alejado del mundo en el que hoy concebimos esta palabra. Asomaos al acantilado, con cuidado, no vayáis a electrocutaros.

ELECTRÓN:
Esta palabra deriva del latín electrum, que proviene del griego ἤλεκτρον
En el mundo antiguo significaba una aleación de oro y plata; esta aleación se daba de forma natural en la naturaleza; son famosas las monedas de electrón que se acuñaron en Asia Menor donde había ríos auríferos, como el Pactolo, donde se hallaba esta aleación natural. Con esta palabra los griegos también se referían al ámbar, un material que les era extraño pues procedía de países remotos del Norte. Seguramente se usó esta misma palabra porque el color era parecido.
W. Gilbert
Los griegos se dieron cuenta de la fuerza de atracción del ámbar si se frotaba con la ropa; William Gibert filósofo y médico inglés (1544-1603) fue un pionero del estudio científico del magnetismo y acuñó en su obra De Magnete (1600) un término nuevo en latín, electricus, para referirse a la propiedad de un objeto que es capaz de atraer otros objetos más pequeños tras haberlo frotado contra algo.
En español el diccionario distingue dos palabras: “electro” como “ámbar” y “aleación de oro y plata”; y “electrón” como “partícula elemental con carga negativa”. Esta última palabra es un neologismo moderno: electron fue introducido por el físico irlandés George Johnstone Stoney en 1894. La acentuación española se debe a la influencia del francés, que tiende a acentuar en la última sílaba.


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