Segunda dimensión
Me duele todo.
Son las cuatro de la mañana y no puedo siquiera dormir. En mi cabeza
retumban voces graves, que lejos del tormento me hacen sentir bien.
De repente un pájaro madrugador, un perro, coches… Me deprimo y
lloro sin saber exactamente porqué. Quiero controlarme pero nunca
puedo. Mi impulso nervioso me hace caer en el mismo bucle dia tras
dia, semana tras semana, mes tras mes, año tras año. Todo es frío,
no hay paraíso no hay aventura, me voy, no hay nada… Me niego. Me
levanto y miro a los ojos al diablo, mis ojos quieren cerrarse y mis
piernas tiemblan. No más, no más muerte. Silencio en todas partes,
las voces cesan mientras las heridas se cierran. Sin cicatrices.
Porque no están hechos para vivir o mentir, están hechos para
luchar para siempre, como la vida y la muerte.
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