SAUDADE
Una fría gota de agua cayó sobre mi nariz. Había empezado a chispear, así que me resguardé bajo una parada de autobús esperando que la lluvia cesara.
Di un leve suspiro, pero noté cómo este se convertía en vaho. Miré alrededor observando que ya no llovía y ahora un manto blanco cubría la acera, hacía tanto frío que mis manos empezaron a temblar. Paró un autobús y te vi por la ventana de este, mis latidos se aceleraron como si fuera la primera vez que nuestras miradas coincidían y juraría haber visto en la tuya un brillo de curiosidad que me llenó de esperanza.
Pero en un parpadeo volví al escenario anterior, la lluvia caía y mis manos no temblaban, al menos no de frío. Seguías allí con una mirada tan fría que helaba mi corazón roto.
Mientras el autobús se alejaba, cálidas gotas de agua caían por mis mejillas.
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