El rincón de los lectores del IES Gabriel Miró

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jueves, 25 de marzo de 2021

Poemas escondidos: "Hoy ha muerto mi abuela", de Antonio Aguilar, comentado por Stefan Alexandru Bitu y Andrea García

 
Antonio Aguilar
Rodríguez
(Murcia, 1973) Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Murcia, actualmente es profesor de Lengua Castellana y Literatura en el instituto Ricardo Ortega de Fuente Álamo (Murcia). Ha publicado tres libros de poemas: El amor y los días (Universidad de Granada, 1998), El otoño encarnado de Ives de la Roca (Editora Regional de Murcia, 1998), Allí donde no estuve (Rialp, 2004), La noche del incendio  (Huerga y Fierro, 2015) y Canciones para el día de después (Huerga y Fierro, 2019). Han aparecido sus poemas en los periódicos La Verdad y La Opinión de Murcia y en las revistas Litoral, Hélice, Isla desnuda, El Coloquio de los Perros, Némesis, Müsu… Ha sido antologado en Yo es otro. (Autorretratos de la nueva poesía) de Josep Maria Rodríguez (DVD, 2001), y en Periféricos. Quince poetas de Ignacio Elguero (San Sebastián de los Reyes, 2004). Actualmente edita y dirige la colección de poesía Los Cuadernos Portátiles.

Para Stefan, este poema trata sobre la muerte de su abuela. El poeta no la reconoce porque ya no es como era antes para él. Utiliza, por ello, la palabra exangüe, que significa que está agotado y completamente falto de fuerzas. Cuando llega a la misa, el cura no le consuela y se encierra aún más en sí mismo hasta que en el coche, estando solo, estalla a llorar. El poema trasmite un sentimiento de tristeza, de desconsuelo y de impotencia muy grande.

Por su parte, para Andrea, en el poema se ve reflejado un sentimiento de tristeza, mucho dolor e impotencia por parte del autor, ante la situación que vive durante esa etapa de su vida, debido a la pérdida de un ser muy querido por él, su abuela. Podemos percibir que este experimenta gran ira y malestar, intensificado en concreto por la actitud del sacerdote, que  parece burlarse de su intenso dolor, ojeando el móvil en plena homilía y restándole importancia a una persona que apreciaba y amaba con locura.

HOY HA MUERTO MI ABUELA

Hoy ha muerto mi abuela,

un ser pequeño, exangüe,

horizontal.

Una sábana blanca y una mantilla,

que alguien le regaló en vida,

tapaban su cuerpo enjuto.

                               No estaba hermosa.

No se podría decir que estuviera en paz.

Estaba allí simplemente

a expensas del dolor.


Todos sabíamos que aquel cuerpo

era el cuerpo sin vida de alguien

a quien habíamos amado,

a quien habíamos conocido,

de quien habríamos oído hablar en algún momento.


Observé a través del cristal

su nariz pronunciada por la delgadez extrema,

los pómulos descarnados,

la piel flácida.

Un ser único e irrepetible,

frente a esa masa informe

que poco a poco iba llenando la sala de espera,

diluyendo el dolor

en un dolor compartido en fracciones minúsculas,

en porciones de un pastel de cumpleaños.


Luego en la homilía

al cura le sonó el móvil.

Un hombre obscenamente gordo

que levantaba los brazos

como marcando unas comillas imaginarias

sobre la palabras de dios.


Tan sólo en una ocasión citó su nombre,

y luego habló de un padre y un hijo,

-de Agamenón y de Ifigenia-,

habló de cosas extrañas

que en algún lugar

dentro de muchos años

tendrán sentido,

cuando ya no nos importen,

cosas que se esclarecerán para tener algo que ver

con los que estábamos allí,

con la que estaba allí,

frente al altar,

dentro de la caja cerrada.


No dijo que el dolor era como un eclipse,

que llega poco a poco,

que lentamente da su bocado seco,

que luego se aleja dejando un rumor

de hojarasca pisada,

que es áspero como una cicatriz.


En aquel momento, en mitad de la homilía,

sólo sentí el estómago vacío,

los pies cansados,

nada que ver con mi abuela,

nada que ver con nadie que estuviese allí,


y aún menos con aquel hombre

que miraba la pantalla de su móvil

mientras recitaba los Evangelios

de una memoria aburrida y monótona.


No dijo que el dolor nada tiene que ver

con quien lo provoca,

que el dolor es cosa nuestra.


Más tarde en el coche

me eché a llorar,

me eché a llorar por mi abuela muerta,

mientras sonaba la música

en el coche

de vuelta a casa, solo,

con esa emisora,

escuchando el adagio de la sonata II

para viola de gamba y clavecín

de Juan Sebastián Bach.


Lloré por mi abuela

en el coche

de vuelta a casa, solo,

cuanto no había llorado por mi abuelo,

al que quise con locura,

como el amor que hay entre dos amantes.


Lloré por mi abuelo.

Lloré por mi abuela.

Lloré por mí.

Espacios estancos.

Eso era todo.

Dolor por dolor.


jueves, 18 de marzo de 2021

Poemas escondidos: "Capitalismo", de Gracia Aguilar Almendros por Lucía Pardines

Gracia Aguilar Almendros
Gracia Aguilar Almendros es una poeta nacida en Albacete en 1982. Licenciada en Humanidades. Ha trabajado como pinche de cocina, cuidando niños y como bibliotecaria, actualmente es profesora interina de Lengua Castellana y Literatura en Oviedo. Ha publicado en revistas literarias como Barcalora, Feria o La siesta del lobo. Ha publicado el libro Libérame domine (Premio Emilio Prados, Pre-textos, 2018).  Aparece en diversas antologías como Insumisas  Ediciones Baile del sol, 2019), De la intimidad (Renacimiento, 2019), Dios en la poesía actual (Rialp, 2018), El peligro y el sueño (Editorial Celya, 2016) o Desde el mar a la estepa (Chamán ediciones, 2016) y Generación Fanzine (Diputación de Albacete, 2001). Ha recibido los siguientes premios: 3er premio de Jovenes Artistas de Castilla la Mancha en 2009 y 1er Premio Ayuntamiento de Albacete Jovenes Artistas en 2005. 

Capitalismo

Masa, relleno, masa,
masa, relleno, masa.
Ciento ochenta rollitos
de primavera.

Un día entero de trabajo,
a cuatro con cincuenta euros la hora.
Reservas de rollitos
artesanales
para semanas.

Masa, relleno, masa,
masa, relleno, masa,
ritmo, obsesiones.
Y los versos salvándome,
los poemas que acuden
a mi cabeza,
la palabra árbol,
pájaro, luz, azul.

Otra cadencia,
saber que existe,
respirar hondo
y pasar al siguiente.

Para nuestra alumna Lucía, la autora quiere transmitir su cansancio por la rutina, cómo se ve atrapada en la misma actividad que no le genera ilusión al realizar. Da la sensación de que se siente como ahogada. Esto lo consigue con una repetición de dos versos completos, explicando los pasos que debe realizar una y otra vez “Masa, relleno, masa”. De este sentimiento, lo único que parece salvarla es pensar en los poemas que tanto ama. Componer en su mente versos la ayuda a soportar esa cadencia que nombra. No intenta dar esperanzas de que se pueda salir de esa monotonía. Solo quiere que nos sintamos arropados al leerlo.

jueves, 11 de marzo de 2021

Poemas escondidos: "Te llaman, las llamas y juntas jugáis junto al río y arañáis la tierra", de Luisa Pastor, comentado por Blanca García y Elena Torregrosa

 

Luisa Pastor

Luisa Pastor es una escritora oriolana  nacida en 1974. Además de ser escritora, es profesora de Lengua Castellana y Literatura en Enseñanza Secundaria, licenciada en Filología Hispánica y directora del grupo de poesía escénica y audiovisual “Auralaria” , el cual ella misma fundó junto a Álvaro Giménez en el año 2009. Luisa ha sido premiada en varias ocasiones y en distintos lugares por sus expresivos poemas, destacando el premio Voces nuevas (2013),  convocado por la editorial madrileña Torremozas. Recientemente, en el año 2020, ha publicado su primer poemario, Las rosas terminan, que inaugura también la editorial que lleva el nombre de su asociación, Auralaria ediciones.

Para Blanca García, en este poema, Luisa expresa cómo son las mujeres de su casta, es decir, su linaje. Habla de ellas cómo mujeres poderosas y que se apoyan entre ellas, que nadie les dice lo que tienen que hacer o cómo actuar. Ellas se muestran fuertes, pero como todas las personas también lloran, y eso no las hace débiles, sino humanas. Además, habla sobre un lugar que tienen en común, en el que han pasado mucho tiempo desde que eran jóvenes, dando a entender que en ese lugar se sienten ellas mismas y se olvidan de todo. No necesitan más que a ellas mismas para "pisar fuerte" allá por donde van.

Por su parte, para Elena Torregrosa, el poema resulta hermoso y emotivo, ya que Luisa quiere rendir un homenaje a las mujeres que la rodean y afirma que son mujeres valientes e independientes, que aunque tengan momentos de debilidad, no se dan por vencidas y luchan hasta el final. Luisa hace uso de  distintos paralelismos, y cuenta también, a través de una metáfora en la décima estrofa, que procede de familia y hogar humilde que recuerda con mucho cariño. Apenas hay versos que rimen entre sí, y estos tampoco tienen un número específico de sílabas, por lo que  emplea el versolibrismo. 



Ya te llamas por fin como una niña
lo mismo que en tu infancia
igual que un río
te llamas y te llamas y te escuchas
te llamas y te escuchas y te pierdes.

Leopoldo Panero

TE LLAMAN Y LAS LLAMAS Y JUNTAS

JUGÁIS JUNTO AL RÍO Y ARAÑÁIS LA TIERRA


Vengo de una casta de mujeres fuertes y solitarias.

Las mujeres de mi casta no hablan bajito,

duermen poco y mueren solas.

Acaban sus días atadas a la vieja encina.

Replegadas en sí mismas, se dejan ir sin estridencias.

Son sus últimos murmullos signos de un extraño

idioma.


Las mujeres de mi casta dan besos al aire,

lloran cuando ríen, y a veces perdonan.

Cuando beben,

se ponen tristes, melancólicas,

pero de un solo impulso se levantan

como si jamás hubiesen

derramado una lágrima.


Las mujeres de mi casta miran de frente,

no saben de cálculos, solo de emociones y pasos

perdidos.

Recuerdan los amores y los días,

miran con añoranza las cumbres lejanas,

pero nunca se dejan derrotar

las mujeres de mi casta.

En estancias vacías oímos ecos que nadie más puede

oír.

Y lloramos ante el muro,

y contamos con el silencio,

que - quién sabe por qué- nos reconforta.


Las mujeres de mi casta olvidan su memoria,

buscan siempre algo en sus bolsillos,

pero apenas encuentran un nombre

en los dobladillos de su delantal.


Siempre detrás de palabras,

siempre en la orilla opuesta,

visitando el lugar preciso,

donde el barro está removido

y nos aguarda.

Ahí hemos estado jugando desde niñas,

por eso nunca abandonaremos ese trozo de tierra,

esa ribera nos pertenece,

la delimitamos con nuestras pequeñas manos.


En el hoyo profundo, los vestidos de nuestra infancia,

nuestro vestido rosa con lunares blancos,

nuestro vestido de vuelo bajo la llanura arañada

como los deshechos de una bandera.


Las mujeres de mi casta

marcan su paso por el mundo

sobre ese trozo de tierra

con unas pocas ramitas,

traídas por el viento

desde la espesura

por donde un día

caminaban a solas

bajo el sol de invierno


lunes, 8 de marzo de 2021

Fallo VII Certamen de microrrelatos "En breve"

 

El Parnaso, óleo de Mengs

Siendo las 10:45 horas del lunes 8 de marzo de 2021, se reúne el jurado del VII Certamen de microrrelatos “En breve” para fallar los ganadores del certamen en las tres categorías, a las que han concurrido un total de 26 trabajos. De ellos, se procede a la descalificación del microrrelato titulado Las mujeres invisibles, al comprobarse que ha sido plagiado en su totalidad de una página de Internet.

 Tras la votación efectuada por cada uno de los miembros del jurado, se acuerda el siguiente fallo:

 

CATEGORÍA A (1º y 2º ESO):

 

- Segundo puesto para el microrrelato Insania, que corresponde, una vez abierta la plica, a María Lavinia Tudor, de 2º de ESO F, por su capacidad para generar intriga y tensión narrativa.

- Primer puesto para el microrrelato ¿Y si Einstein no hubiese nacido?, que corresponde, una vez abierta la plica, a Raquel Varela Menargues, de 2º ESO B, por su madurez y claridad expresiva.

 

CATEGORÍA B (3º Y 4º ESO):

 

- Segundo puesto para el microrrelato Mangata, que, una vez abierta la plica, corresponde a Elena Miroslavova Dimitrova, de 3º de ESO C, por la capacidad para transmitir la angustia y desasosiego de la protagonista.

- Primer puesto para el microrrelato Su mesita de noche, que corresponde, una vez abierta la plica, a Elena Torregrosa Espinosa, de 3 º ESO C, destacando el poder evocador del relato.

 

CATEGORÍA C (1º Y 2º BACHILLERATO):

 

- Segundo puesto para el microrrelato El último día, que corresponde una vez abierta la plica, a Marta Rodríguez Ruiz de 1º Bachillerato E, por el dramatismo que consigue crear la autora con su narración.

- Primer puesto, ex aequo, para los microrrelatos Ictiótropos y Un trozo de la tierra, que una vez abierta la plica corresponden ambos a Ángel R. Torres García de 2º Bachillerato F. En ambos, el jurado quiere destacar la potencia expresiva y la gran calidad literaria de los textos, en especial de Un trozo de la tierra, donde el autor consigue, en la reducida extensión del género del microrrelato, introducirnos en un ambiente mitológico y primigenio dibujado de manera magistral.

 

Siendo las 11:15 horas del día 8 de marzo de 2021, se levanta la sesión de deliberación del VII Certamen de microrrelatos “En breve” y se acuerda publicar este fallo para que sea de conocimiento público.

 

Fdo.: El Departamento de Lengua Castellana

y Literatura del IES Gabriel Miró.

jueves, 4 de marzo de 2021

Poemas escondidos: "Anquises", de Olga Novo, por Clara Albaladejo y Andrea Meseguer


Olga Novo
 Olga Novo (Vilarmao, Puebla del Brollón, Lugo, 1975) es una poeta, ensayista y doctora en Filología Gallega por la Universidad de Santiago de Compostela. Fue lectora de gallego en la Universidad de la Alta Bretaña en Rennes y actualmente ejerce como profesora de Lengua Gallega y Literatura en el IES A Pinguela, en Monforte de Lemos. Como poeta se dio a conocer a través de tres poemarios de gran torrente vivencial, fuerza expresiva, hondura telúrica y sensualidad erótica: A teta sobre o sol (1996); Nós nus (1997); A cousa vermella (2004)

En 2019 publicó Feliz idade, con el que ha obtenido el Premio Nacional de Poesía.

Para Andrea, el poema presenta muchas metáforas, recurso que hace que este sea más armonioso y se exprese más claramente el sentimiento que quiere transmitir la autora. Podemos ver que está dirigido a su figura paterna, enfermo o ya muy mayor, y por eso utiliza versos como “porque intentas huir de tu vejez como de una guerra ancestral”. Transmite tristeza ya que trata un tema duro para ella, contemplar cómo su padre, poco a poco se va yendo y olvidando.

Clara, por su parte, resalta la comparación con el personaje mitológico de Eneas y el miedo e incertidumbre que, como este, siente la autora al ver a su padre enfermo. Ello le produce una sensación de tristeza e impotencia que se refleja a lo largo de todo el poema.


ANQUISES

Arrastras los pies papá

te llevo con mis ojos a la espalda

porque intentas huir de la vejez como de una guerra ancestral

te subo a mis vértebras

combadas por el peso

arrastras los pies pero yo puedo contigo

y te llevo a la espalda

hasta el final de la vida.


Arrastras el lenguaje y no acude

a tu memoria un verbo

que anidaba en la parte izquierda de tu cerebro y yo

completo tu frase con la palabra arar querer cavar tractor 

o mariposa  arrastras


la mente hacia el pasado

solo recuerdas aquella feria de 1952

cuando de tanto andar tus bueyes

perdieron en el monte sus pezuñas volviendo de Pedrafita

sus pies sangrando en el río

su cornamenta aún se abre en alguna de tus neuronas

y vuelves a ser un tratante de ganado cuarenta años después.


No sé hasta cuándo recordarás mi nombre

y sabrás aún que soy tu hija.

Desconozco cómo se enroscan las terminaciones nerviosas

y se crispan y a veces encuentran una luz silábica

que les indica el camino.

Cómo es que de repente no sabes tal vez

que había que poner un pie después el otro

para poder soñar

y que si rodeas a una mujer con los brazos eso es amor

y todo lo demás

desaparece.


Porque así de sencillo es el universo.

Como el pequeño lexema al que te agarras alguna tarde

como si fuera el mango de una guadaña.

que fuiste un orador en medio del campo ante un público estupefacto

de cuervos grillos topos libélulas y ovejas

que tenías la intuición del poema en la punta de la lengua

y te explotaba en el paladar como un higo maduro

carnoso exacto y brutal.

Que sabías que en nuestro idioma se acuesta el trigo

ante una orden del viento

que la rama de las patatas arde

que existen cosas tan finas

como la lengua de una gallina…


y sólo recuerdas aquella feria de 1952

cuando de tanto andar tus bueyes

perdieron en el monte sus pezuñas volviendo de Pedrafita


Papá

cómo será

cuando se te despalatalicen las consonantes

y veas llover desde dentro sin entender el agua

y remuevas la lengua hasta encontrar la forma más adecuada

y sonríes porque sabes

que todavía no has caído

definitivamente

en la curva melódica del silencio.


Recuerdas

con toda exactitud

que mamaste hasta los cinco años en los pechos de tu madre Benigna

que parió dieciséis hijos en el último cuarto de la casa

agarrada al cabecero de la cama rezándole a algún santo

rompiendo todas las aguas como quien hace añicos el mar…


Yo creo que tus ojos la ven

abiertos al más allá

cuando te quedas absorto y nadie alcanza a saber

en qué dimensión de la maravilla se ha posado tu cerebro

como las pequeñas patas de un petirrojo

sobre la rama de un peral.


Igual ves la nieve por dentro

la estructura molecular del amor

las partículas de un beso cuando se está formando en la carne de los labios

 y el aire

igual ves

la energía

y no encuentras en el abecedario

herramientas para lo inefable

y por eso callas o le llamas cuchara a la lámpara

y te trabas en medio de la oración simple

y comienzas a hablar hermosamente poniendo por delante la subordinada.


Porque al fin

papá

te diriges a mí sin orden en tus órdenes

y deshaces la sintaxis igual que desgranabas habas

y todo cobra el sentido profundo de cuanto no tiene lógica

ni está sometido a nada.


Igual ves la nieve por dentro

igual entiendes la sombra

y eres capaz de calcular el radio de una pasión

aunque el resultado no pueda comunicarse

más que a través de la piel.


Igual ves cómo viene a cantar el poema en el caracol del oído

y ves cómo resbala de su pico ese polvo dorado

a caerme en el tímpano

cuando empiezo a llorar con la emoción de la escritura.


Igual ves cómo se me encoge el alma

cuando se encoge la tuya.


Igual ves cómo viene a cantar el poema en el caracol del oído

y ves cómo resbala de su pico ese polvo dorado

a caerme en el tímpano

cuando empiezo a llorar con la emoción escrita

y tú solo recuerdas aquella feria de 1952

cuando de tanto andar tus bueyes

perdieron en el monte sus pezuñas

volviendo de Pedrafita.


                                                                                                    Del poemario Feliz idade.