Joaquín Juan Penalva |
El rincón de los lectores del IES Gabriel Miró
domingo, 23 de mayo de 2021
Poemas escondidos: "Noche de verano", de Joaquín Juan Penalva, comentado por nuestra alumna Sofía Marco.
viernes, 14 de mayo de 2021
Poemas escondidos: hoy "Calostros", de Bibiana Collado, comentado por Miguel Ángel Girona
Bibiana Collado |
En el ámbito de la escritura poética ha obtenido los siguientes reconocimientos: Premio Voces Nuevas de poesía, organizado por la Editorial Torremozas (2009); Premio Universidad de Valencia de Escritura de Creación, en castellano (2009) y en valenciano (2012); XXXIV Premio de poesía Arcipreste de Hita (2012); accésit del Premio Adonáis (2016) y Premio Complutense de Literatura 2017.
Para Miguel Ángel, en el poema, la autora recuerda a su madre cuando le decía que se tomase la leche pero a ella no le gustaba nada. Entonces cuando ve un vaso de leche se acuerda, con ternura y nostalgia, de la frase que le decía: un vasito de leche y a dormir.
También el tono nostálgico y evocador que reina en todo el poema, ya sea para recordar buenos o malos momentos: vinieron la sed y los viajes y los cuerpos y las bifurcaciones, mostrando así una época ya pasada con su familiar y que ahora ya no está.
Calostro
Nunca me ha gustado la leche:
el tacto del cuajo en el paladar,
su lento y caliente descenso
hacia el interior de la infancia.
La fe nutricia de las madres
sostuvo a la mía en la lucha
contra mi terca negativa.
Monjas y pediatras se comportaron
como artilleros
en la perdida batalla del gusto.
La insistencia del mundo reforzaba
la vehemencia de mi rechazo.
Sus tibias órdenes tan solo
lograban adensar el líquido
en mi garganta,
cerrar la esponjosa niñez
de mi barriga,
incapaz de ingerir la láctea
blancura y su promesa.
El recuerdo del hambre,
tenazmente agarrado a los huesos,
convertía la mala digestión
en una variable inconcebible.
-Quien hubiera tenido leche a mano
en aquella época-
susurra una de mis abuelas,
al fondo.
Pese a todo, el tiempo empuja
y mi pequeño cuerpo alambrado
fue adquiriendo, poco a poco,
la fortaleza
destartalada
del imparable crecimiento.
La juventud me libró del regusto
fermentado de aquella infancia
y me hizo creer
que los blandos guardianes
de la primera edad
ya no eran necesarios.
Los huesos, que nada sabían
entonces de falta de calcio
ni de vulnerabilidad
ni de lo que será quebrarse,
mostraban la pujanza de la vida,
el vibrante deseo de ser.
Vinieron la sed y los viajes
y los cuerpos y las bifurcaciones.
Empecé a tener miedo,
no de los dragones y sus escamas
brillantes, sino de mí misma.
Después de deshacer el mundo,
decidí construirlo.
Maduré, quién sabe.
Lo único cierto es que
nunca me ha gustado la leche,
tampoco ahora.
Y, sin embargo,
si aprieto muy fuerte los ojos,
solo pienso en cuánto me gustaría
escucharle decirme una vez más:
“un vasito de leche y a dormir”.
jueves, 6 de mayo de 2021
Poemas escondidos: Fernando Mañogil nos regala un inédito que comenta nuestra alumna Aroa Carracedo
Fernando Mañogil |
A partir de este momento siguió escribiendo sobre temas variados como distintas etapas de su vida y problemas sociales. Finalmente oposita y aprueba para trabajar como profesor de Lengua Castellana y Literatura. Actualmente, trabaja en el IES Remedios Muñoz de Los Montesinos.
Para nuestra alumna Aroa Carracedo, el poema me transmite cierta súplica y melancolía acerca de una persona a la que el poeta mismo añora y recuerda de forma triste. Me da la sensación de que es una persona por la cual siente un aprecio inmenso. Transmite pasión y frustración al leerlo, ya que sientes su ansia por volver a ser querido. Pero a la vez, sientes el vacío que le llena en ese momento al autor, al recordar la presencia de esa persona. A Aroa le gusta mucho la forma con la que transmite su melancolía al enredarse en todos los recuerdos de su aparentemente enamorada situación.