Mi abuela no
estaba loca después de todo.
Mi abuela falleció hace cuatro años, como consecuencia de
un tumor cerebral. Fue un golpe muy duro para mí porque siempre estuvimos muy
unidos, especialmente durante sus últimos seis meses de vida, en los que su salud
se vio de lo más turbada.
Una vez, la vi llorando en su mecedora. Me acerqué a
preguntarle qué le ocurría y me dijo que ‘solo era cuestión de que fuera mayor
de edad para que ellos comenzaran a
perseguirme’, cuando le pregunté quién le había dicho eso, me contestó que
había sido el ángel que vivía en el espejo de su habitación, desde éste. No lo
comenté con nadie pero nunca olvidé sus perturbadoras palabras.
Hace unos meses cumplí los dieciocho y estoy empezando a
pensar que mi abuela no estaba loca después de todo, ya que el ángel que vive
en el espejo de mi baño está a punto de cruzarlo.
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