Los
días de lluvia suelo acurrucarme junto a la ventana con mi manta
morada. Con la cara pegada al frío cristal observo las gotas caer y,
me pierdo en mis pensamientos.
Hago
un viaje por mis recuerdos; los buenos, los no tan buenos y los que
más querría olvidar.
Entonces,
como un bálsamo que calma mi malestar, te recuerdo a ti: recuerdo
cuando nos conocimos. Recuerdo tu sonrisa, tu voz y la mirada en la
que tanto me perdía. Recuerdo la historia de amor que hemos vivido,
e imagino la que nos queda por vivir.
Sonrío,
me río e incluso me sonrojo al recordarte. Vuelvo a vivir los buenos
momentos que hemos pasado juntos.
Y,
de repente, me doy cuenta.
Los
malos recuerdos han desaparecido.
Ha
dejado de llover.
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