Todo parecía un día normal como otro cualquiera. Yo estaba en casa pintando un cuadro de mamá para su cumpleaños. Alexis, mi novio, vino a verme a casa. Estaba un poco enfadado, esperaba que no lo estuviera conmigo. Es un poco celoso, pero me parece muy mono porque significa que me quiere.
- ¿Qué haces? Me preguntó. – “Estoy pintando”, le contesté. A lo que él muy enfadado me dijo: “Ya estás pintando a la asquerosa de tu madre, se nota que no me quieres, ¡la
prefieres a ella! Hoy te he visto tonteando con un chico. ¡Qué pasa! ¿Me estás poniendo los cuernos?”.
- Yo le dije: “Es mi mejor amigo desde primaria, Esteban, pensaba que lo conocías”.
¡ZAS! Me dió un puñetazo y me tiró al suelo. No podíamos mantener una conversación sería desde hace semanas, parecía que yo estaba muerta por dentro. Pensaba que él me quería, pero en ese momento, cuando él me tiró el cuadro, derramó las pinturas y me dio una puñalada en el corazón, me dí cuenta de que no era así.
Así, morí yo, con lágrimas cayendo sobre el suelo, lágrimas que caen como las hojas de laurel cuando se secan, porque ningún alma supo darle agua para poder seguir con vida.
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