El rincón de los lectores del IES Gabriel Miró

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viernes, 10 de febrero de 2017

Huellas del pasado: Tercera Edición

Retomamos nuestro encuentro semanal con el mundo clásico de la mano de D. Javier Murcia, profesor de griego de nuestro centro, que nos trae el origen de una palabra que usamos cotidianamente: "Náusea". La palabra, frecuente en contextos como la medicina, también se ha adoptado para otros campos como el político o el filosófico, tal como demuestra que Jean Paul Sartre lo usase como título de uno de sus libros más conocidos.

Náusea

 Dice el Diccionario de Autoridades que 
es "una voz puramente latina", aunque lo cierto es que este término remonta su etimología al griego antiguo, donde existía la palabra ναυσία, con el significado de "mareo". Estaba formada con la palabra "nave" ναῦς y, por tanto, se refería a las molestias y a las ganas de vomitar que producía la navegación. 


Los romanos, que no habían sido muy marineros, tomaron en préstamo numerosas palabras griegas  relativas al mundo del mar desde fechas muy tempranas; es el caso de palabras que sentimos tan latinas como nauta o esta misma que tratamos nausea. 
Esta facilidad para asumir estos términos griegos se explica porque tanto en latín como en griego la palabra “nave” tenía una misma raíz: navis / ναῦς. La palabra nausea se insertó perfectamente en el paradigma latino e incluso se formaron derivados dentro del propio latín como, por ejemplo, nauseabundus, con un sufijo latino –bundus que indicaba "tendencia a". De ahí procede nuestro “nauseabundo” que significa: “que produce náuseas, asco o repugnancia intensos.”


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