El rincón de los lectores del IES Gabriel Miró

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jueves, 2 de febrero de 2017

Huellas del pasado: segunda edición

Compartimos la segunda entrega de nuestra sección "Huellas del pasado", centrada en el mundo clásico grecolatino. En esta ocasión, el profesor D. Javier Murcia, nos aclara el origen de las palabras suicidio / suicida  y nos descubre un curioso fenómeno: la invención de la etimología de un término. Asomaos a este nuevo acantilado con aroma al clasicismo de la Antigüedad.

Ofelia, de John Everett Millais
Suicidio/suicida

El término suicidio, común a muchas lenguas modernas de Europa, deriva de un pretendido término latino suicidium que nunca existió en latín clásico ni en latín tardío. 

Estaría formado por un elemento pronominal sui “de sí” más el sufijo –cidium que deriva del verbo caedo que significa “matar”, “dar muerte”. En latín clásico se había empleado este sufijo para formar palabras muy conocidas como homicida (con homo “hombre”), parricida (con parens “padres”) y fratricida  (con frater “hermano”), pero jamás se formó un compuesto con un primer elemento pronominal como sui. Los antiguos romanos sencillamente llamaban al suicidio mors voluntaria.

Por tanto, “suicida” y “suicidio” fueron creación de los moralistas de la Edad Media por una analogía con términos latinos parecidos. Con ese sufijo formado sobre el verbo matar, los moralistas trataban de adjudicar el mismo nivel de violencia a los que ponían fin voluntariamente a su vida.

Fue la lengua inglesa la que dio carta de naturaleza a este término de suicidio (aparece en el Oxford English Dictionary en 1651). Del inglés se difundió al resto de lenguas europeas; en español fue empleado por Moratín y se incorpora al Diccionario de la Academia en 1817.

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