Gracia Aguilar Almendros |
Capitalismo
Masa, relleno, masa,
masa, relleno, masa.
Ciento ochenta rollitos
de primavera.
Un día entero de trabajo,
a cuatro con cincuenta euros la hora.
Reservas de rollitos
artesanales
para semanas.
Masa, relleno, masa,
masa, relleno, masa,
ritmo, obsesiones.
Y los versos salvándome,
los poemas que acuden
a mi cabeza,
la palabra árbol,
pájaro, luz, azul.
Otra cadencia,
saber que existe,
respirar hondo
y pasar al siguiente.
Para nuestra alumna Lucía, la autora quiere transmitir su cansancio por la rutina, cómo se ve atrapada
en la misma actividad que no le genera ilusión al realizar. Da la
sensación de que se siente como ahogada. Esto lo consigue con una
repetición de dos versos completos, explicando los pasos que debe
realizar una y otra vez “Masa, relleno, masa”. De este
sentimiento, lo único que parece salvarla es pensar en los poemas que
tanto ama. Componer en su mente versos la ayuda a soportar esa
cadencia que nombra. No intenta dar esperanzas de que se pueda salir
de esa monotonía. Solo quiere que nos sintamos arropados al leerlo.
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