El rincón de los lectores del IES Gabriel Miró

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jueves, 11 de marzo de 2021

Poemas escondidos: "Te llaman, las llamas y juntas jugáis junto al río y arañáis la tierra", de Luisa Pastor, comentado por Blanca García y Elena Torregrosa

 

Luisa Pastor

Luisa Pastor es una escritora oriolana  nacida en 1974. Además de ser escritora, es profesora de Lengua Castellana y Literatura en Enseñanza Secundaria, licenciada en Filología Hispánica y directora del grupo de poesía escénica y audiovisual “Auralaria” , el cual ella misma fundó junto a Álvaro Giménez en el año 2009. Luisa ha sido premiada en varias ocasiones y en distintos lugares por sus expresivos poemas, destacando el premio Voces nuevas (2013),  convocado por la editorial madrileña Torremozas. Recientemente, en el año 2020, ha publicado su primer poemario, Las rosas terminan, que inaugura también la editorial que lleva el nombre de su asociación, Auralaria ediciones.

Para Blanca García, en este poema, Luisa expresa cómo son las mujeres de su casta, es decir, su linaje. Habla de ellas cómo mujeres poderosas y que se apoyan entre ellas, que nadie les dice lo que tienen que hacer o cómo actuar. Ellas se muestran fuertes, pero como todas las personas también lloran, y eso no las hace débiles, sino humanas. Además, habla sobre un lugar que tienen en común, en el que han pasado mucho tiempo desde que eran jóvenes, dando a entender que en ese lugar se sienten ellas mismas y se olvidan de todo. No necesitan más que a ellas mismas para "pisar fuerte" allá por donde van.

Por su parte, para Elena Torregrosa, el poema resulta hermoso y emotivo, ya que Luisa quiere rendir un homenaje a las mujeres que la rodean y afirma que son mujeres valientes e independientes, que aunque tengan momentos de debilidad, no se dan por vencidas y luchan hasta el final. Luisa hace uso de  distintos paralelismos, y cuenta también, a través de una metáfora en la décima estrofa, que procede de familia y hogar humilde que recuerda con mucho cariño. Apenas hay versos que rimen entre sí, y estos tampoco tienen un número específico de sílabas, por lo que  emplea el versolibrismo. 



Ya te llamas por fin como una niña
lo mismo que en tu infancia
igual que un río
te llamas y te llamas y te escuchas
te llamas y te escuchas y te pierdes.

Leopoldo Panero

TE LLAMAN Y LAS LLAMAS Y JUNTAS

JUGÁIS JUNTO AL RÍO Y ARAÑÁIS LA TIERRA


Vengo de una casta de mujeres fuertes y solitarias.

Las mujeres de mi casta no hablan bajito,

duermen poco y mueren solas.

Acaban sus días atadas a la vieja encina.

Replegadas en sí mismas, se dejan ir sin estridencias.

Son sus últimos murmullos signos de un extraño

idioma.


Las mujeres de mi casta dan besos al aire,

lloran cuando ríen, y a veces perdonan.

Cuando beben,

se ponen tristes, melancólicas,

pero de un solo impulso se levantan

como si jamás hubiesen

derramado una lágrima.


Las mujeres de mi casta miran de frente,

no saben de cálculos, solo de emociones y pasos

perdidos.

Recuerdan los amores y los días,

miran con añoranza las cumbres lejanas,

pero nunca se dejan derrotar

las mujeres de mi casta.

En estancias vacías oímos ecos que nadie más puede

oír.

Y lloramos ante el muro,

y contamos con el silencio,

que - quién sabe por qué- nos reconforta.


Las mujeres de mi casta olvidan su memoria,

buscan siempre algo en sus bolsillos,

pero apenas encuentran un nombre

en los dobladillos de su delantal.


Siempre detrás de palabras,

siempre en la orilla opuesta,

visitando el lugar preciso,

donde el barro está removido

y nos aguarda.

Ahí hemos estado jugando desde niñas,

por eso nunca abandonaremos ese trozo de tierra,

esa ribera nos pertenece,

la delimitamos con nuestras pequeñas manos.


En el hoyo profundo, los vestidos de nuestra infancia,

nuestro vestido rosa con lunares blancos,

nuestro vestido de vuelo bajo la llanura arañada

como los deshechos de una bandera.


Las mujeres de mi casta

marcan su paso por el mundo

sobre ese trozo de tierra

con unas pocas ramitas,

traídas por el viento

desde la espesura

por donde un día

caminaban a solas

bajo el sol de invierno


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