Seis mil horas de trabajo al servicio del instante. David Leo García
ahora tantos otros (como yo) que también
escriben sus poemas
muy a principios del siglo veintiuno
serán serenamente
olvidados, la Red sepultará
años de tradición occidental
y letra escrita
igual que las mayúsculas,
lo eterno en Internet carece de sentido
allí jamás verás placitas con estatua
de nada servirán tu practicada
pose de bohemio, tu foto
cenicienta, el nardo solitario
en la solapa o las horas larguísimas
frente al laptop fieramente entregado
al noble y viejo oficio
de inventar otras vidas sobre un folio
el más alto tributo, Juan de Beatriz,
—nombremos lo importante--
es que la Red convierta tu rostro púber
en un solemne meme posironic
(un alma literaria —qué desgracia--
tornada vulgarmente trendig topic)
poeta digital como Fernández Mallo,
no esperes que Pidal glose tus rimas
y acepta otros Parnasos más humildes
la gente que te quiere,
y alguna amiga tuya, regará
las flores que se suban
a tu perfil de Facebook tras tu muerte
Para Marcos Martínez, lo que le transmite el poema es que, en los tiempos en los que vivimos, no se reconoce de la misma manera a los autores contemporáneos al estar todo dominado por la inmensidad de Internet. No esperes que tras tu muerte se coloque una estatua en una plaza por haber sido un exitoso poeta. Hoy en día sólo puedes aspirar a que tu recuerdo sea un lugar en el gran mundo digital. Lo que sacó de aquí es que no hay que pensar en lo que dejaremos al morir, ya que siendo quien hayamos sido, sólo somos uno más en este mundo tan globalizado que le quita importancia a todo.
Por su parte, Jesús Rocamora, cree que en este poema el autor nos habla de cómo las redes sociales van a “sepultar” años de tradición, ya que como dice “en Internet nada es eterno”. Este tema lo continua, diciendo que en las redes nada de lo que hagas importará, ya que todas las fotos, poemas… acabaran olvidándose, al contrario que los textos escritos en papel que pueden perdurar décadas. También hace una reflexión sobre cómo en las redes cualquier persona puede convertirse en un meme. En mi opinión es una reflexión interesante sobre la fugacidad de las redes y como esto está afectando a la literatura también.
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