Terminamos la sección "Huellas del pasado" de este curso con dos palabras que, nuevamente, nos trae Don Javier Murcia, al que queremos agradecer su colaboración para poder llevar a cabo la idea que dio origen a este apartado de etimoligía. En concreto, acabamos el curso con dos vocablos que vienen muy bien para el final de curso: Trofeo, que esperamos sea lo que han conseguido la mayoría de nuestro alumnado con sus notas, y Palabra, eje al que siempre debemos recurrir como punto de arranque para cualquier acto comunicativo. Por última vez, asomaos al acantilado de la etimología...
TROFEO
Esta
palabra proviene del latín tardío trŏphaeum,
derivado del latín trŏpaeum,
que a su vez está tomado del griego τρόπαιον. Τρόπαιον
era
el monumento que se erigía con los despojos abandonados por el
enemigo justo en el lugar donde éste había dado la vuelta y había
comenzado a huir; debemos recordar que en las reglas de la guerra
antiguas, el vencedor era el que quedaba como dueño del campo y que
no se dedicaban a largas persecuciones del enemigo. Por eso se creó
este término en griego clásico sobre la raíz del verbo τρέπω
que significa “dar la vuelta”. El trofeo era pues el símbolo de
la victoria.
Está
atestiguada en nuestro idioma desde el siglo XV.
PALABRA
Procede
del término griego παραβολή que significa “comparación”,
“alegoría” (formado con la preposición παρά y el verbo
βάλλω “lanzar”); pasó pronto al latín como parabola
con el mismo significado; pasó a nuestro idioma con algunos cambios:
hacia el 1140 encontramos “parabla” que por metátesis (un
fenómeno fonético por el que dos sonidos intercambian su posición)
acabó por convertirse en “palabra”. También se produjo un
cambio semántico, pues pasó a significar “frase”, una acepción
corriente entre los siglos XII-XIV y de ahí terminó con el
significado actual de “vocablo”.
Es
curioso que más adelante, a mediados del siglo XV, el término
griego se introdujera de nuevo en nuestro idioma como cultismo, con
un significado similar al original griego: “parábola”.
En
otros idiomas que proceden del latín también se encuentra: en
italiano parola,
en
francés parole,
y
en catalán paraula;
el
término latino para “palabra” era verbum
pero
fue descartado ya que estaba provisto de demasiada carga teológica
cristiana.